¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.
Salmos 42:5-11
Seguramente, en algún momento en la vida no has podido dormir por la preocupación y amaneces con una angustia que no sabes cómo pararla. Hoy eso ha pasado conmigo. Ese temor que perturba la paz y ese dolor que abate el alma, ha tocado mi puerta en más de una ocasión y en dependencia a la situación, así el Señor me ha dado una solución. Mi alma se ha turbado dentro de mí, tal cual como sintió el Salmista y, seguramente, tú también has pasado por eso. En esta ocasión, me he sentido entre la espada y la pared, entre elegir un camino u otro; pero solo un camino es seguro, así que no te detengas, sigue adelante.
El salmista dice “Espera en Dios”, pero el esperar no significa quédate paralizado, de brazos cruzados y escondido en un rincón aterrado de miedo, si no confía y no te detengas, sigue adelante. Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía y sí, todos los cambios generan temores, especial cuando mayor es la bendición, más fuerte son los vientos. Probablemente, las personas que menos te imaginas abandonarán el camino, y te dejarán solo; pero espera en Dios, porque aún debes alabarle.
El Espíritu Santo me confronta en esta hora, recordándome las cosas que hizo por mí. Cuando las personas que considerabas más importante en tu vida te abandonaron, Yo permanecí a tu lado. Cuando parecía imposible que salieras de Egipto, Yo te saqué. Sigue la visión que te he revelado. No te detengas, sigue adelante en el camino que he trazado para ti. Yo soy el que añade y el que quita, traeré lo que te bendecirá y quitaré lo que te maldecirá.
Como estas palabras han fortalecido mi alma, así espero que Dios reconforte la tuya en este día, en el nombre de Jesucristo, amén.